¿Qué es una intervención y por qué se aplica? Dos casos en Tucumán
Cuando la democracia local entra en crisis, la intervención es la herramienta para restablecer el orden. Dos ejemplos históricos en la provincia.

- Volanta: Conflictos de poder
Una intervención es un mecanismo previsto por la Constitución nacional y las constituciones provinciales que permite la suspensión temporal de las autoridades electas de un distrito (municipio o provincia) cuando existen graves problemas institucionales, políticos o administrativos que impiden su normal funcionamiento.
Cuando se decreta una intervención, el poder superior (nación o provincia) designa un interventor que asume las funciones de gobierno con el objetivo de normalizar la situación. Esta figura actúa con poderes amplios y transitorios, hasta que se restablezcan las condiciones democráticas.
¿Qué implica una intervención?
Una intervención implica la remoción de las autoridades locales (intendentes, concejales o gobernadores) y la asunción del control político y administrativo por parte de un interventor designado. Los motivos más frecuentes para recurrir a esta herramienta son:
- Crisis institucional o política
- Problemas graves de gobernabilidad
- Conflictos sociales o violencia
- Parálisis administrativa
- Corrupción
El interventor suele tener el mandato de restablecer el funcionamiento institucional, organizar nuevas elecciones o resolver los problemas que dieron origen a la medida.
Intervención provincial federal de 1991 (Menem – Bussi)
En 1991, el presidente Carlos Menem decretó la intervención federal de la provincia de Tucumán, en un contexto de profunda crisis política y social.
El entonces gobernador electo, el general retirado Antonio Domingo Bussi, había ganado las elecciones en medio de fuertes cuestionamientos y denuncias. Al mismo tiempo, la provincia enfrentaba una situación económica límite: atraso en el pago de salarios, desbordes sociales y un colapso en los servicios públicos.
Frente a la imposibilidad de garantizar el orden institucional, Menem decidió intervenir la provincia designando a Julio César "Chiche" Araoz. Se designó un interventor federal que tomó el control del Ejecutivo provincial, desplazando al gobernador y a otras autoridades.
El objetivo era normalizar la administración, garantizar el pago de sueldos y crear condiciones para que la democracia pudiera funcionar nuevamente.
Intervención municipal en Yerba Buena con Hugo Aragón
En Yerba Buena, se desató una grave crisis política e institucional a fines de los años ’90. El enfrentamiento abierto entre el entonces intendente, el Concejo Deliberante y sectores del oficialismo provincial derivó en un conflicto que paralizó por completo la gestión municipal. La administración quedó inoperante y los servicios básicos —como la recolección de residuos, el alumbrado y la atención al público— se vieron seriamente afectados, provocando el malestar de los vecinos.
Ante este escenario de ingobernabilidad, el gobierno provincial tomó la decisión de intervenir el municipio y designó como interventor a Hugo Aragón, un dirigente con experiencia en administración pública. Aragón asumió con plenos poderes ejecutivos y la misión de reordenar la administración, sanear las cuentas municipales y restablecer el funcionamiento básico de la ciudad. Paralelamente, inició un proceso de normalización política que incluyó la preparación del terreno para la convocatoria a nuevas elecciones.
La intervención fue clave para sacar a Yerba Buena del colapso institucional. En pocos meses, se logró restituir el orden administrativo, garantizar los servicios esenciales y encauzar la vida política municipal, permitiendo que el municipio retomara su crecimiento sostenido en los años siguientes.