Un paso trascendental, bajar los impuestos
Impuestos y más impuestos desde hace décadas, fue la peregrina idea de nuestros mediocres políticos para resolver el perenne déficit fiscal.
En nuestras notas editoriales advertíamos sin embargo que la excesiva presión fiscal va en detrimento del cobro, y nos remitíamos al economista estadounidense Arthur Laffer que advirtió con meridiana claridad este elemental problema.
Laffer, basándose en un fundamento matemático (teorema de Rolle), dibujó una curva que se hizo famosa. En esta puede observarse que, cuando el tipo impositivo es igual a cero (t=0%) la recaudación pública es cero y que cuando el tipo impositivo es igual a 100 (t=100%), la recaudación pública también es cero (si los impuestos absorben todos los recursos no se producirá ninguna renta). La recaudación impositiva puede subir hasta un punto que comienza a decrecer.
Laffer en 1980 sugirió al por entonces candidato presidencial Ronald Reagan una baja de impuestos con el argumento de que esta acción liberaría la iniciativa individual de la población. Reagan aplicó sus consejos y tuvo un notable éxito en materia económica, es así que se convirtió en el presidente más prestigioso en la historia de los EEUU según encuestas.
Claro está que las realidades pueden ser muy diferentes de país a país, pero la curva de Laffer tiene una lógica irrebatible. Numerosos ejemplos existen de reducciones de impuestos que generaron mayor recaudación, tal el caso del alcalde Rudy Giuliani en Nueva York en los años 90. Giuliani decretó más de 2,500 millones de dólares en reducciones tributarias, incluyendo el impuesto sobre arriendos comerciales, el impuesto de renta, y el impuesto de ocupación hotelera.
Estas reformas, junto con la disciplina fiscal, le permitieron convertir en superávit el déficit presupuestario de 2,300 millones de dólares que había heredado de su predecesor. Pero lo más importante es que esto condujo a la ciudad de Nueva York a una era de amplio crecimiento con un récord de 450.000 nuevos puestos de trabajo creados en el sector privado en 8 años.
Exactamente lo opuesto sucedía en Argentina, en la que sufrimos una presión tributaria asfixiante. Nuestras empresas son las que más impuestos pagan a nivel mundial.
Uno de los pilares que le permitió ganar las elecciones a Javier Milei, fue su compromiso de bajar los impuestos y para hacer esto posible reitera en todo momento que el equilibrio fiscal no es negociable. Y el problema no consiste solamente en la alta presión tributaria, sino también en la complejidad del sistema recaudatorio.
Asumiendo el compromiso preelectoral, el Gobierno estaría trabajando en un proyecto muy amplio de reforma tributaria que incluya la simplificación del sistema y cambios en los regímenes existentes, para enviar al Congreso en 2025 para discutirlo a lo largo del año electoral. El Poder Ejecutivo tiene como objetivo declarado igualar las condiciones tributarias que ofreció en el RIGI para el resto de la economía, pero en una secuencia que todavía no tiene una hoja de ruta clara.
En el Ministerio de Economía, cuyo titular es Luis Caputo, aclararon que el trabajo es preliminar, que todavía está en los niveles técnicos y que tendrá como lineamiento principal el ordenamiento del sistema para eliminar impuestos que tienen menos peso en la recaudación.
Datos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, Iaraf, citados por IDEA aseguraron que existen más de 150 tributos entre los tres niveles de Gobierno, Nación, Provincias, Municipios, de los cuales hay 12 que generan el 95% del total de la recaudación, dejando en evidencia la baja productividad de los restantes”
Todavía no está determinada la secuencia de la baja de impuestos, pero se anticipa que solo podrá tener lugar en la medida en que continúe el superávit fiscal y que la economía logre meses de crecimiento que haga incrementar la recaudación
Nadie duda que Milei en este aspecto va por el camino correcto, bajar los impuestos asegura mayor actividad económica y como consecuencia mayor oferta laboral y menor pobreza.