El sentido de la vida, la clave para vivir más
Apartándome de los temas que suelo escribir, hoy dedicaré este espacio a la longevidad. En la Edad Media, la esperanza de vida era de 30 a 40 años, mientras que, en la actualidad, la esperanza de vida promedio a nivel mundial es de aproximadamente 73 años.

- Volanta: Por Rafael Bulacio
Sin duda que en la Edad Media, las condiciones de vida eran muy difíciles, con enfermedades, hambrunas y conflictos frecuentes. Si excluimos a los que no llegaron a la edad adulta, se estima que la esperanza de vida para los hombres era de alrededor de 48.7 años, mientras que para las mujeres era de 43.6 años.
Los avances de la medicina y las mejoras en la salud pública y en la calidad de vida, han hecho que en la actualidad haya países con expectativas de 82 años, como Japón, o en el otro extremo, de solo 56, como Sudan del Sur y Somalia, los peores en la escala. En nuestro país, con mediciones del 2024, la esperanza de vida de las mujeres es de 79,28 años, mientras que la de los hombres es de 72,85 años.
El investigador del tema de la longevidad Dan Buettner y su equipo, han identificado lugares donde la gente vive más años y que coinciden con lo que se conoce como “Zonas Azules” (Blue Zones), regiones del mundo donde las personas tienen una alta esperanza de vida. Lugares que se destacan por ciertos hábitos y entornos que favorecen la longevidad.
Hoy solo mencionaré estos lugares, identificados por Buettner, donde la gente vive más de noventa y también más de 100 años, Okinawa, Japón; Cerdeña, Italia (especialmente la región de Barbagia); Icaria, Grecia; Nicoya, Costa Rica; Loma Linda, California, EE.UU. Comunidad de adventistas del séptimo día.
Según los expertos se dan varios elementos comunes en todos ellos: Dieta basada en vegetales: muchas legumbres, verduras, frutas, y poca carne roja. Actividad física moderada y constante: no van al gimnasio, pero caminan, trabajan en el jardín, hacen tareas físicas diarias. Relaciones fuertes y vida social activa: la familia y la comunidad son pilares centrales. Bajo estrés y ritmo de vida pausado. Sentido de propósito vital: como el ikigai japonés o el plan de vida nicoyano. Espiritualidad o práctica religiosa regular, que aporta calma, comunidad y sentido.
Y el redactor de esta nota, que está transitando ya los últimos años de su novena década de vida agregaría que, para llegar bien a la longevidad, se deben mantener objetivos que den sentido a la vida.