El conurbano en un Baño de Sangre
Ninguna fuerza de seguridad en Argentina se acerca en números a la policía bonaerense que actualmente cuenta con 90.000 efectivos, aproximadamente. Del total, 16.998 son oficiales, divididos en diez cargos.
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En la punta de la pirámide del escalafón figuran los 26 comisarios generales: jefe y subjefe y superintendentes de Seguridad, Policía Científica, Bomberos, Seguridad Vial e Investigaciones, entre otros.
Para recorrer y controlar el territorio bonaerense la policía cuenta con aproximadamente 6000 móviles, de los cuales 4800 corresponden a patrulleros identificables y los 1200 restantes a móviles no identificables, utilizados habitualmente en el área de investigaciones.
Para tomar conciencia de la magnitud de la fuerza, señalemos que la ciudad de Buenos Aires, cuenta con una fuerza policial de unos 26000 efectivos. Gendarmería 36000, policía Federal unos 33000, prefectura 18000 y policía aeroportuaria 4500. Aclarando que estos datos pueden variar por no tener información actualizada.
Lo que no hay dudas es que la bonaerense, nombre con el que se conoce a la policía de la provincia de Buenos Aires, es un organismo enorme con relación a cualquier otra fuerza nacional o provincial.
No obstante esta monumental fuerza policial, el conurbano bonaerense se encuentra hoy sumido en un baño de sangre, sin que se advierta preocupación efectiva por parte de las autoridades provinciales, encabezadas por su gobernador Axel Kicillof de abordar el tema con la urgencia y gravedad que posee.
Al asumir Javier Milei la presidencia y Patricia Bullrich como Ministra de Seguridad, el problema mayor se fijaba en Rosario, una ciudad copada por las bandas del narcotráfico. La decisión del gobernador radical Maximiliano Pullaro y del intendente, Pablo Javkin de acordar con la Nación un plan para combatir el siniestro tráfico, obligó, en cierta manera que las bandas criminales buscaran otro ámbito y es así que se establecieron en el conurbano bonaerense.
El presidente Milei, al hablar sobre la marcha del “orgullo antifascista” de la que participó el gobernador junto a su gente de confianza, criticó a Kicillof llamándolo "inútil", dijo que la Provincia "es un baño de sangre y él aparece a hacer ruido político en una marcha".
Kicillof le contestó reclamando la devolución de los 750 mil millones que, según el gobernador, la Nación le quitó y que estaban destinados a la incorporación de más agentes, más patrulleros, pertrechos, tecnología y al fortalecimiento de una protección tan necesaria.
Lo real y objetivo es que la criminalidad avanza sin que el Estado (dígase gobierno) pueda contenerla. Kicillof en lugar de hacerse presente en marchas y culpar a la Nación de sus problemas de inseguridad, debería abocarse a encontrar una solución. Nadie puede vivir con miedo permanente de ser asaltado o muerto por delincuentes que andan libres.