Cristina en prisión domiciliaria y grillete electrónico
Una gran multitud se movilizó ayer para acompañar a Cristina hasta su encierro domiciliario.

- Volanta: Por Rafael Bulacio
Su condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua, ratificada por el más alto tribunal de la Nación, comenzó ayer a cumplirse. Los jueces le otorgaron el beneficio de prisión domiciliaria, pero con tobilleras electrónicas, que deberá utilizar permanentemente y que asegura a la justicia que efectivamente está cumpliendo con la pena de prisión.
Podrá continuar como presidente del partido justicialista desde el arresto domiciliario? Si, salvo que el partido decida su reemplazo. De todas maneras, ella podrá continuar participando políticamente como figura simbólica, ideológica y orgánica del movimiento peronista (o de un sector de él).
Desde su encierro domiciliario podrá publicar mensajes, cartas y videos. Con algunas restricciones recibir dirigentes. Condicionar candidaturas. Influir en las listas del Partido Justicialista y de alianzas.
Su mayor limitación es que no puede competir electoralmente, y su condena, que es la primera que recibe, reduce su legitimidad ante sectores amplios de la sociedad. En el mediano plazo, podría transformarse en una líder simbólica, testimonial, que transfiere capital político a otras figuras como su hijo Máximo o dirigentes como Axel Kicillof, Sergio Massa o Wado de Pedro.
Posiblemente la multitudinaria marcha de ayer haya sido una marcha de despedida de la dirigente política que ha marcado profundamente la historia reciente de Argentina. Para muchos de sus seguidores, ella encarna un modelo de país que prioriza la intervención del Estado, la redistribución del ingreso, la inclusión social y la soberanía nacional.
Para esta gente, no importa que esté condenada por corrupción, que sea ella la que vetó el 82 % móvil jubilatorio, la que hizo crecer la inflación a niveles muy altos y aumentó la pobreza, la que, sin pudor alguno, cobraba más de 36 millones por dos pensiones graciables, la de ella y la de su difunto esposo, incluyendo un “adicional por zona austral”, porque había declarado tener domicilio en la ciudad de Río Gallegos, aunque todos sabían que vivía en Buenos Aires. Y que no se le movió un pelo cuando las tragedias de Cromañón y de Once o cuando bailaba en el escenario en Buenos Aires, celebrando los 30 años del regreso a la democracia mientras en Tucumán se registraban violentos disturbios, enfrentamientos, saqueos y tiroteos que dejaron un saldo de ocho muertos. Tampoco les importa saber quién fue o fueron los responsables de la muerte del fiscal Alberto Nisman, denunciante de Cristina.
Cristina está ya cumpliendo prisión domiciliaria, no tiene grilletes de hierro, pero si tobillera electrónica y confinada a su departamento en Constitución. Muchos de los que ayer marcharon juntos, se preparan ya para disputarse el liderazgo del peronismo. La tienen claro que Cristina es ya el pasado, no podrá volver a ocupar cargos públicos, pero cuidado, aún puede tener mucha influencia en la política nacional, claro está que su liderazgo se volverá más testimonial y estratégico que ejecutivo.