Ayer, 17 de octubre, el amplio espectro de integrantes y simpatizantes del movimiento peronista, celebró el día de la Lealtad en conmemoración a la histórica jornada que se vivió en 1945, cuando una multitud de trabajadores se movilizó a Plaza de Mayo y a cada plaza del país, exigiendo la libertad del entonces coronel Juan Domingo Perón preso en la Isla de Martín Garcia. El peronismo reivindica esa jornada como el Día de la Lealtad y sin duda es un momento coyuntural en la historia del país, que quedó dividido en dos, peronistas y antiperonistas.
El peronismo se mantuvo unido a lo largo de la historia y gobernó gran parte de ese tiempo.
Pero tras la última derrota en las urnas, por un outsider de la política como es Javier Milei, quedó en un estado de desconcierto y desorganización que se vio reflejado ayer, cuando el Gobernador Kicillof tuvo su acto en Berisso, lo mismo Cristina quien aspira a conducir nuevamente al movimiento que encabezó un acto del PJ porteño en la Federación Argentina de Box mientras Guillermo Moreno también encabezó uno propio.
En las provincias gobernadas por el peronismo, cada gobernador tuvo el suyo.
Kiciloff que apoya al gobernador de La Rioja Ricardo Quintela quien aspira a conducir al justicialismo nacional, intentó en su discurso despegarse de la interna y lanzó su proyecto “superador” del kirchnerismo, reclamó por la unidad del movimiento y reivindicó a Cristina, mostrándose concentrado en confrontar con Javier Milei.
La realidad como decía el mismo Perón es la única verdad y su movimiento se mostró en este 17 de Octubre fraccionado y extraviado. De la lealtad peronista poco queda y esto lo experimentan los mismos dirigentes y militantes.