Otro golpe al empleo formal: retrocede en casi todos los sectores
La construcción, el agro y la pesca encabezaron la caída. Crecen los monotributistas, pero se desploma el monotributo social.

- Volanta: Mercado laboral
En medio de la desaceleración de la inflación y los primeros signos de reactivación de algunos sectores, el mercado laboral argentino muestra otra cara: la del estancamiento. Según datos oficiales de la Secretaría de Trabajo de la Nación, el empleo privado registrado volvió a caer en marzo, lo que marca el tercer mes consecutivo en retroceso.
Durante ese mes, 12.729 trabajadores registrados dejaron de figurar en los registros formales. El total de asalariados "en blanco" pasó de 12.857.207 en febrero a 12.844.478 en marzo. De ese total, 9.000 eran asalariados privados registrados, mientras que el resto corresponde a monotributistas sociales y autónomos.
El derrumbe del monotributo social
Uno de los factores que más peso tuvo en la caída fue la abrupta disminución del monotributo social, que bajó un 61%, debido a cambios normativos en el régimen. A eso se sumó una baja del 4,7% en los autónomos, es decir, unas 19.300 personas menos.
En contraste, el número de trabajadores bajo monotributo común mostró una leve suba del 0,2%, con 5.100 nuevos contribuyentes.
El empleo asalariado registrado en el sector privado tuvo una variación mensual negativa del 0,1%, arrastrado por sectores como:
- Pesca (-2,4%)
- Minería y canteras (-1,2%)
- Construcción (-0,8%)
- Agro y silvicultura (-0,7%)
- Industria manufacturera (-0,4%)
Por su parte, el trabajo en casas particulares cayó un 0,2%, mientras que el empleo en el sector público se mantuvo estable.
¿Qué sectores lograron crecer?
En medio del panorama adverso, hubo algunas actividades que lograron sumar personal:
- Hoteles y restaurantes (+0,6%)
- Servicios comunitarios y personales (+0,2%)
- Intermediación financiera (+0,2%)
- Comercio y reparaciones (+0,1%)
Los números despiertan preocupación en economistas, sindicatos y cámaras empresarias, que advierten sobre un freno estructural en la creación de empleo de calidad, pese a la mejora de otros indicadores macroeconómicos.